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Cannabis Bajo el Dominio del Capital: ¿Quién Lucre con la Planta?

De Prohibida a Multimillonaria
Durante mucho tiempo, el cannabis fue tratado como enemigo público número uno. Estigmatizada, asociada al crimen y la marginalidad, la planta fue utilizada como instrumento de represión, especialmente contra comunidades negras, indígenas y periféricas. Pero con la ola de legalizaciones en varias partes del mundo, el cannabis dejó de ser delito para convertirse en un producto de alto valor comercial.
Lo que antes llevaba a la cárcel, hoy genera ganancias. Se estima que el mercado legal del cannabis moverá más de 70 mil millones de dólares hasta 2030, impulsado por inversores, startups y grandes corporaciones. Pero la pregunta que resuena es: ¿quién está realmente ganando con esta nueva fase de la planta?

La Fiebre del Oro Verde
La legalización abrió las puertas a lo que muchos llaman la “fiebre del oro verde”. Empresas con gran poder financiero ingresaron al sector con fuerza total, aprovechando la regulación para dominar el mercado con marcas, patentes y productos derivados. Como resultado, se observa un proceso acelerado de concentración de ganancias en pocas manos.
Plataformas de inversión, fondos de capital de riesgo y grandes laboratorios farmacéuticos compiten por territorios y licencias, transformando al cannabis en un activo especulativo. Para estas empresas, la planta es solo una mercancía más —como la soja o el petróleo— cuyo valor reside en lo que puede generar, no en lo que representa históricamente.

Los Excluidos de la Legalización
Mientras los ejecutivos acumulan ganancias, miles de personas siguen presas o enfrentan dificultades para limpiar sus antecedentes por delitos relacionados con la misma planta que hoy genera fortunas. La legalización, aunque celebrada como un avance, no ha sido igualitaria.
La mayoría de las licencias comerciales están en manos de empresarios blancos y de altos ingresos. Por otro lado, los pequeños cultivadores, comunidades tradicionales y personas que vivieron del cannabis en la informalidad encuentran enormes obstáculos para ingresar a la legalidad: altos costos, burocracia, falta de crédito y prejuicio institucional.
Así, quienes siempre estuvieron con la planta siguen al margen —ya no de la ley, sino del mercado.

Capitalismo Cannábico: ¿Inclusión o Disfraz?
Muchas empresas intentan suavizar esta exclusión con acciones de marketing basadas en diversidad y responsabilidad social. Se crean programas con nombres como “justicia social cannábica” o “inclusión verde”. Pero en la práctica, la lógica sigue siendo la misma: quien tiene más dinero y acceso a los centros de decisión, gana más.
Este movimiento forma parte de una tendencia más amplia conocida como “capitalismo verde”, en la que causas ambientales y sociales son incorporadas al discurso empresarial, pero rara vez a su estructura de poder. En el caso del cannabis, ese discurso puede convertirse en una cortina de humo para mantener el control económico sobre una planta históricamente colectiva.

La Planta Como Bien Común, No Como Mercancía
La mercantilización del cannabis plantea un debate urgente: ¿es posible crear un mercado justo sin repetir las mismas estructuras de opresión? Para muchos activistas y especialistas, la respuesta está en la creación de un modelo alternativo que reconozca:

  • El papel de las comunidades tradicionales y los saberes ancestrales;
  • La urgencia de la reparación histórica para poblaciones criminalizadas;
  • El estímulo a pequeños productores y cooperativas;
  • La agroecología como base de producción;
  • Y el cannabis como un bien común, no como un monopolio corporativo.

Conclusión: Quien Controla la Planta, Controla el Futuro
El dominio del capital sobre el cannabis ya está en marcha. Pero el debate sobre quién lucra —y quién sigue excluido— debe volverse central en las políticas públicas y en el consumo consciente. La planta tiene potencial para transformar vidas, generar ingresos y promover salud. Pero eso solo será posible si no es capturada exclusivamente por la lógica del mercado.
El futuro del cannabis aún está en disputa. Y esa disputa no es solo económica —es sobre justicia, memoria y transformación social.

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